Histórica es la relación que la Iglesia mantiene con el vino. Este vínculo, que hunde sus raíces en el símil que el Cristianismo realiza entre esta bebida y la sangre de Cristo, tiene sus orígenes en la Edad Media, en plena Reconquista.
Ahí, más que un simple cultivo, las cepas cristianas simbolizaban una forma de marcar territorio frente a los musulmanes, a quienes el Islam prohibía consumir alcohol. Entre legislaciones favorables y medidas propicias para su laboreo se encontraban las órdenes religiosas, quienes trabajaban y protegían la vid y los vinos.
En España uno de estos bastiones fue el monasterio de San Clodio, en el municipio ourensano de Leiro (en Galicia), principal dinamizador de la D.O. Ribeiro durante la Edad Media. Allí, al abrigo de esta zona, se localiza Viña Meín, una bodega que ha sido adquirida por la casa vallisoletana Pago de Carraovejas con intención de incluir Galicia entre los mejores vinos del mundo.
Una de las principales elaboraciones del proyecto es Viña Meín O Pequeno Meín, un vino blanco a partir de variedades históricas de Ribeiro. Sus viñas se sitúan en el valle del Avia, justo en el margen izquierdo del río que le da nombre. Aquí las cepas, que crecen sobre suelo de granito y bancales, se exponen a un microclima que las protege de las heladas primaverales.
En cuanto a la vendimia para Viña Meín O Pequeno Meín, se realiza en varias tandas en función de la parcela y la variedad, con total cuidado, escuchando a la uva y esperando a su punto correcto de maduración.
A su entrada en bodega, cuando aún es mosto, Viña Meín O Pequeno Meín es clasificado y se fermenta por por separado -según la zona y las variedades- en depósitos de acero inoxidable, roble u hormigón. Luego, pasará 10 meses sobre lías y finalmente será homogeneizado con un ensamblaje.
Viña Meín O Pequeno Meín es historia viva de la D.O. Ribeiro. La mejor forma de conocer las raíces de esta denominación.





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